José Luciano Franco en su 130 aniversario


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Se cumplen este 13 de diciembre 130 años del natalicio de un historiador a quien los cubanos debemos el más minucioso estudio sobre la vida del mayor general Antonio Maceo, el Lugarteniente. Ese historiador no muy citado pero sí muy modesto, de formación autodidacta y laborioso en extremo se nombra José Luciano Franco.

Consagrado, erudito, tenaz y sabio son también adjetivos enaltecedores que se pueden aplicar al carácter y la obra de José Luciano Franco.

Con suma modestia tituló su obra capital como Apuntes para una historia de su vida, aunque es el estudio más integral y apasionadamente veraz escrito sobre el protagonista de la Protesta de Baraguá y su época.

No obstante, aclaremos algo: si no hubiera escrito esta biografía, aún sobrarían motivos para agradecerle otros muchos libros que hoy son fuente obligada de consulta y que hacen difícil clasificar a este autor, en quien se aunaron las condiciones y exigencias del historiador, las del folclorista, las del etnólogo, las del biógrafo, las del pedagogo y las del periodista.

Nacido en La Habana el 13 de diciembre de 1891, José Luciano tuvo una vida larga y dura, durante la cual no se cansó de estudiar, revisar legajos y servir a los demás con su obra. Hizo estudios de Comercio y obtuvo el título de capacidad que le expidió la Escuela de Periodismo «Manuel Márquez Sterling», pero la formación de José Luciano Franco fue en gran medida el resultado de su esfuerzo personal.

Perteneció a la Sociedad de Estudios Afrocubanos, a la Academia de la Historia de Cuba y su obra Política continental americana de España en Cuba, 1812-1830, le mereció el Premio Municipal de Historia de 1947.

Dotado con las armas del periodismo de investigación, sembró de colaboraciones varias de las publicaciones más solicitadas por los lectores a lo largo de medio siglo, entre ellas, Social, Carteles, Mediodía, El Mundo, Hoy, Islas, Granma, La Gaceta de Cuba, Casa de las Américas… De ahí que rastrear sus textos sea labor que exige paciencia, porque fueron diversas las empresas de investigación que acometió y muchos los resultados que fue revelando días tras día en la prensa. Significativa además fue su presencia y voz en congresos fuera y dentro de Cuba, donde sus opiniones se consideraron entre las más autorizadas de la historiografía insular.

En su faceta de compilador es igualmente valiosa su producción, en particular cuanto publicó de los documentos existentes en el Archivo Nacional para las historias de Haití, de Venezuela y de México, en el decenio del 50 y 60 del pasado siglo XX. Y merece citarse que uno de sus textos, El eco de la primera revolución rusa en Cuba, se publicó primero en idioma ruso, en 1965, aunque también otros trabajos suyos han aparecido en inglés, francés y portugués.

Paciente e incansable (algo de achinado tenían sus rasgos), además de maestro nato, José Luciano Franco impartió docencia en el Instituto Pedagógico de la Universidad de La Habana y ejerció como investigador del Instituto de Historia (con posterioridad Instituto de Ciencias Sociales), de la Universidad de La Habana, labor por la que muchos de quienes fueran sus alumnos lo recuerdan hoy con invariable afecto.

Portador de una lucidez extraordinaria, se mantuvo trabajando hasta el final de sus días, convertido él mismo en una leyenda de la investigación histórica en Cuba y en uno de los mejores conocedores del entramado interdisciplinario que conforman la identidad de una nación, su historia e idiosincrasia.

No viene al caso citar la enorme bibliografía de José Luciano Franco, bástenos con decir que sobre el General Antonio Maceo dejó varios títulos y que la lectura de cualquier de ellos es reveladora de un profundo acercamiento a la personalidad del Lugarteniente General. «No se deja llevar de la novelización —comentó en cierta ocasión el profesor José Antonio Portuondo— sino que se atiene rigurosamente a las noticias debidamente documentadas».

Tal vez sea este el mayor elogio a Don José Luciano Franco, fallecido en La Habana el 5 de diciembre de 1989. Nuevas ediciones merecen más de uno de sus libros. Y bien merece considerarse la propuesta.


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