Eugenio Hernández Espinosa y el hecho que lo hizo ser quien es


eugenio-hernandez-espinosa-y-el-hecho-que-lo-hizo-ser-quien-es

Sin apenas percibirlo ha pasado más de medio año de que en la jornada conclusiva de la más reciente Feria Internacional del Libro, se anunciaran los autores a los que se dedicaría la cita literaria de 2020: Junto a la inolvidable doctora Ana Cairo Ballester, se honrará en esta ocasión al dramaturgo, guionista de cine y director teatral Eugenio Hernández Espinosa, uno de los nombres emblemáticos de la escena cubana contemporánea.

Para acercarnos a la vida y a la obra que este hombre –galardonado con el Premio Nacional de Teatro en 2005– edifica, el periodista Fernando Rodríguez Sosa lo recibió en el espacio Libro a la carta, del Instituto Cubano del Libro, desde el cual un público integrado por amigos y seguidores de su trabajo se retiró conociendo más de cerca al autor de La Simona, obra galardonada con el premio Casa de las Américas, en 1977.

Hermoso resultó escuchar al director de Teatro caribeño –autor de obras como María Antonia, Calixta Comité, Mi socio Manolo, Obba y Changó, Lagarto Pisabonito, Las lamentaciones de Obba Yurú, y Cheo Malanga, por solo citar algunas, contar cómo brilló en él la estrella que lo guio, desde los 12 años, para contar historias, a partir del impacto que le causaran los personajes legendarios de distintas religiones.

La situación social matizada por la marginalidad y la postura discriminatoria sostenida en la Isla donde naciera el dramaturgo, hace 83 años, lo hizo comprender desde muy temprano de qué lado estaba el bien: «Si no fuera por la Revolución no sería hoy quien soy, solo alguien que escribe y guarda», reveló, y con franca naturalidad dijo haber aprendido una lección de vida,  que lo convirtió en el  ser humano que es: «Para llegar a la cima no se debe hacer daño a nadie, solo ser consecuente con uno mismo y esforzarse».

Interesado en representar la realidad cubana tal como es, Hernández Espinosa es también un hombre de cine: su propuesta Mi socio Manolo inspiró después el filme La inútil muerte de mi socio Manolo, de Julio García Espinosa. A la vez que la obra teatral María Antonia daría motivos para la película de Sergio Giral, llamada del mismo modo. La firma del dramaturgo quedó estampada también como coguionista en Patakín (de Manuel Octavio Gómez) y en Roble de olor (de Rigoberto López), así como en el libreto de El Mayor, también del propio director, fallecido el pasado enero.

La animada charla pareciera inacabable. Habla de sus personajes: «ni buenos ni malos, solo con caracteres complejos», de su instancia creativa, que procura atrapar cada vez que la inspiración le avisa; de la necesidad de enseñar y subirse a las tablas, a veces, para desde su propia actuación, transmitir a sus actores lo que de ellos espera.

Con entereza y sin falsos dramas habla de retos asumidos, cuando no vio décadas atrás, al negro representado en la escena. «Tenía una responsabilidad», dice, pues no veía a la gente de su barrio, al negro y al blanco abrazarse como hermanos. 

Para el escritor el teatro es la vida. Considera que la generación actual de dramaturgos escribe de lo que él ya no podrá escribir. Pero lo dice entre confiado y agradecido, como hablan los que saben que a cada uno corresponde un trozo de historia y que a nadie le está negado brillar –si la lleva consigo– con su propia luz.

 


0 comentarios

Deje un comentario



v5.1 ©2019
Desarrollado por Cubarte