Emiliano Salvador: leyenda de la música cubana


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Emiliano Salvador ha quedado como una leyenda de la música cubana de la segunda mitad de siglo XX. El músico, escritor y musicólogo Leonardo Acosta cataloga al pianista como “una leyenda, verdadero paradigma musical entre los creadores del jazz latino. Logró su estilo propio, orgánico, coherente, natural, depurado”. La revista Latin Beat de Los Ángeles le ha rendido homenaje en diversos momentos.

En los años en que comenzaba el Grupo de Experimentación Sonora del ICAIC (GESI), tuve la suerte de conocer a Emiliano en una mesa de la cafetería del Potín, en la intersección de Paseo y Línea, en El Vedado. Cuando aquello sentaban a cuatro usuarios juntos para comer bocaditos de queso de Bulgaria con batidos de fresa. Emiliano se encontraba con su compañero el baterista Leoginaldo Pimentel, ambos tenían alrededor de 20 años. Fueron de los primeros músicos que conocí en mi etapa inicial en la música.

Se identificaron como músicos del GESI, que era el grito en ese momento. A través de ellos llego a conocer sus ensayos, conciertos y demás presentaciones.

Emiliano era sencillo, muy llano y lleno de nobleza. Tenía un talento natural, era un predestinado en el piano. Me contó de su etapa inicial en Puerto Padre, donde nació el 19 de agosto de 1951, dos meses antes que José Luis Cortés. “Yo empecé aprendiendo el piano de práctica. Mi padre: Emiliano Carlos Salvador Mora, tocó por toda la zona de Oriente. En 1959 ocupó el cargo de director de una big band llamada Embajadores del Ritmo, la más importante de Puerto Padre. En la zona oriental era de las más populares, junto a Chepín Chovén y los Hermanos Avilés. Entonces mi padre me inscribe en la Academia de Música de Puerto Padre, donde me dieron clases de solfeo y piano con las profesoras Ana y Rosa Nadal. Logré primer nivel de lectura musical y tercero de piano. A los 13, en 1964, armo un combito en la escuela Mirna Escalona, al piquete le puse Los Amigos, tocábamos música popular cubana. Con nosotros estaba el trombonista Juan Pablo Torres. En 1965, participamos en el Festival de Aficionados y resultamos premiados y como estímulo nos enviaron al Festival Mundial de la Juventud y los Estudiantes en Argelia. Cuando aquello estaba el lema: ‘Los mejores van a Argelia’”.

Escuela Nacional de Arte (ENA)

De Emiliano fue maestro Fausto García-Rivera, uno de los iniciadores de la Escuela Cubana de Percusión. A su vez, estudió el piano complementario. Como profesoras de piano tuvo a dos destacadas pedagogas: Blanca Barreiro y María Antonieta Henríquez.

“Llego a la ENA en 1966, estaba pasado de edad, no empecé en el piano, lo hice en la percusión”. María Antonieta Henríquez me reveló en el Museo Nacional de la Música que Emiliano llegó a dicha escuela con deficiencias en su formación de base, “pero tenía una habilidad innata, un talento natural que traía en su fuero interior”.

Emiliano tocó en un grupo de rock que fue uno de los grupos de estudiantes en el año 67, también experimentaba en la charanga. Tocaba con Adalberto Álvarez, José Luis Cortés, el Tosco, y Joaquín Betancourt. “Aunque yo tenía tendencia hacia el jazz. En mi grupo, Los Gallos, le monté un número de Mose Allison”.

El Johnny's Dream

Cada domingo en la tarde, el Johnny's se ponía bueno, era cita obligada de los músicos y amantes del jazz. Allí eran punto fijo Leonardo Acosta, Bobby Carcassés, muchos de los futuros músicos de Irakere, Frank Emilio Flynn. La disciplina en la ENA era muy rigurosa, a Emiliano le resultaba difícil mantenerla, necesitaba expandirse. Se escapaba para sumarse a las descargas del Johnny's Dream o encontrarse con colegas de la música.

“Las descargas del Johnny's jugaron un papel importante para todos los que empezábamos en la música y el jazz. Ahí acudían Carlos del Puerto, Paquito D'Rivera, Arturo Sandoval, Enrique Plá. Estos dos últimos fueron dados de baja en la ENA”. Dichos encuentros fortuitos propiciaron que, años más tarde, Emiliano, Plá, Paquito y Carlos del Puerto se unieran en un cuarteto ocasional que se presentaba en las propias descargas del Johnny's y en los distintos espacios creados para la difusión de la música popular cubana.

Grupo de Experimentación Sonora del ICAIC

En 1969 se creó el GESI. Leonardo Acosta me contó en la televisión, donde trabajamos juntos, que fue quien sugirió a Emiliano como pianista del GESI, unido al baterista Leoginaldo Pimentel. En esa etapa hacen historia, junto a las voces de Silvio Rodríguez, Pablo Milanés, Noel Nicola y Sara González.

En el GESI hizo grabaciones y conciertos con jazzistas fuera del grupo, como algunos de los integrantes de Irakere o Bobby Carcassés. Asimismo, compuso obras como La contradanzaSon en 7 × 4Báilalo, si puedesEkue y obras colectivas, algunas de ellas, con Eduardo Ramos y Pablo Menéndez.

Después de causar baja del GESI, se unió al grupo de Pablo Milanés, a quien le hace las orquestaciones de sus canciones. También hizo trabajos para otros trovadores, como Vicente Feliú, Sara González, Eduardo Ramos y Silvio Rodríguez.

Nueva Visión

Pasado un tiempo, Emiliano Salvador emprendió su propio grupo con José Carlos Acosta, saxofón, tenor y soprano; Feliciano Arango, bajo eléctrico; Emilio del Monte, paila y drums; Rodolfo Valdés Terry, tumbadora y bongó. En ese proyecto emprende sus experimentaciones en las raíces afrocubanas, el jazz, la música brasileña, el piano clásico y romántico y las influencias de ciertos pianistas. Sus obras AngélicaPolyUna mañana de domingo y La contradanza quizás dejan un aporte al repertorio jazzístico cubano.

En 1978 consiguió publicar su LP como artista principal, bajo el nombre de Nueva Visión. A partir de este trabajo se dio a conocer más ampliamente como uno de los grandes pianistas del jazz latino, sobre todo en Nueva York y en el ámbito caribeño y latinoamericano.

Asimismo, demostró su dimensión como instrumentista, arreglista, compositor, director y productor musical. Los temas Nueva VisiónPuerto PadreEl montunoPost Visión y Angélica (dedicado a su única hija) abarcan una diversidad genérica que se origina en el son y llegan al guaguancó y al mambo, en clave de latin jazz.

Influencias

Según Leonardo Acosta, ahí están las influencias del bop, el hard bop y el modalismo de Miles Davis, John Coltrane y McCoy Tyner. “El mérito de Emiliano, musicalmente hablando, comienza con el hecho de que logró un estilo propio, orgánico y coherente, a partir de las raíces afrocubanas, el jazz, la música brasileña, el piano clásico y romántico y las influencias muy particulares de ciertos pianistas”.

Emiliano asimiló toda la antología de grandes creadores del jazz: le llamaba la atención las innovaciones armónicas de Thelonious Monk: “Soy seguidor de sus conceptos, del movimiento del free jazz, observo el trabajo de Cecil Taylor, quien combinaba, se empata con el trabajo de Monk, con el pianismo de compositores como Béla Bartók y la improvisación contemporánea. Admiré la visita a La Habana en 1979 de Weather Report, después he escuchado con atención a Mahavishnu o Return to Forever. De Brasil, ya sabes los estudios que hicimos en el Grupo del ICAIC, los conciertos que presentamos. Conozco la obra de Art Blakey y sus Jazz Messengers, Brendford Marsalis, Dizzie Gillespie (en sus visitas a La Habana), Woody Shaw, Jack DeJohnette, Larry Coryell, Kenny Kirkland, Freddy Hubbard, Bobby McFerrin, Carla Bley, Jimmy Rowles, Sun Ra, Jimmy Smith, Eddie Daniels, Manhattan Transfer, Steve Swallow y Joe Henderson”.

Festival Internacional de Jazz Plaza

De Emiliano no se aprovechó su talento en el Festival Internacional de Jazz Plaza, cuando aquello no existían las condiciones de giras y contratos que más adelante surgieron. “Yo compuse para ese festival el tema Festival en Plaza, mantuvimos el cine-teatro Acapulco, una especie de sede personal donde nos presentábamos. El Acapulco queda bastante cerca de mi apartamento en la calle 28, en El Vedado. El Acapulco queda en 26. Ensayamos mucho, para algunas giras o para las grabaciones de discos”.

Recuerdo en una de las visitas de la cantora Bárbara Dane a la UNEAC, en una presentación de Bobby Carcassés, Emiliano hizo una demostración de Pianíssimo y Bárbara, asombrada, se viró hacia el público y, con su dedo pulgar dio el asentimiento como diciendo: “¡Esto es muy bueno!”.

Emiliano obtuvo en Cubadisco, por Pianíssimo, premio en música de archivo 2001.

Aportes                  

La obra de Emiliano Salvador ha quedado como referencia de su tiempo; deja un estilo conceptual, basado en el tratamiento polifónico y polirrítmico, en el que el piano está concebido como una orquesta. Su obra lo convierte en uno de los pianistas más admirados e influyentes en grandes pianistas de jazz afro-latino como Eddie Palmieri, Hilton Ruiz y Danilo Pérez y en los norteamericanos que incursionan cada vez con mayor énfasis en nuestros ritmos, por no hablar de los pianistas cubanos que le rinden verdadero culto y que, cada uno con sus propias proyecciones, se están abriendo paso en el mundo planetario del jazz.

El pianista dominicano Michel Camilo no duda en afirmar que Emiliano es un clásico de su tiempo. Chucho Valdés tiene a Emiliano como un patrón, digno de estudio, uno de los grandes puntos de partida. Se puede reconocer su música por el sello de su personalidad. Emiliano ha influido en todo lo que ha pasado después pianísticamente en Cuba y el mundo.

En 1993 la revista especializada Latin Beat, de Los Ángeles, publicó dos artículos a la memoria de Emiliano con la firma de Leonardo Acosta y Paquito D'Rivera. Paquito también le dedicó en ese mismo año el disco 40 Years of Cuban Jam Session, editado por Pimienta Record. Este escribió: “Emiliano es uno de los pocos músicos cubanos que comprenden el espíritu y el verdadero significado de la palabra jazz”.

Discos

Posteriormente, a casi ocho años de su muerte, se editó el CD Pianíssimo, que, ahora remasterizado, recoge grabaciones domésticas dejadas por Emiliano y guardadas con celo por su viuda, María Elena Alonso, Poly. Su hija, Angélica Salvador, y su esposo, el productor y realizador audiovisual Esteban Insausti, hicieron posible que el sello Unicornio las remasterizara y publicara en disco. En ellas, Emiliano se muestra en estado puro, en íntima soledad con su piano, revisitando temas suyos grabados anteriormente, como AngélicaLa contradanza o Una mañana de domingo, que nos provocan nuevas sensaciones e interpretaciones, a la vez que nos acerca a algún clásico cubano o norteamericano, como Tú mi delirio o Stella by Starlight, o temas que no encontramos antes en su discografía, como Emiliano's BluesNeurosis o Emilianizando.

TV

Otra versión de Para luego es tarde se conservó en los archivos de la televisión cubana, grabada en directo en el programa Mi Salsa, en la que Emiliano se hizo acompañar de Richard Egües (flauta), Roberto García (güiro) y Luis Manresa (bajo) (CD Programa Mi Salsa. Mi Salsa en descarga. Vol. I). Un oscuro LP publicado en la antigua Checoeslovaquia bajo el título Bratislava Jazz Days 1989 incluyó el track Guajira por Emiliano Salvador Quartet, un directo grabado en una de las muchas presentaciones del pianista y su grupo en festivales internacionales de jazz.

Documental

En el 2001, su hija Angélica y su compañero, Esteban Insausti, grabaron el documental Las manos y el ángel (2002) para con memorar el décimo aniversario del prematuro fallecimiento de Emiliano.

El último encuentro que tuve con Emiliano fue en los inicios de 1992, ya empezaba a cobrar fuerza el boom de la salsa cubana. Cayendo la tarde, Emiliano solía ir a buscar a su compañera, Poly. Lo recuerdo parado en unas sombrillitas que había al lado de la cafetería del ICRT, en M y 23. Aprovechaba para hablar de música, recordar aquellos tiempos de la Escuela Nacional de Arte, de cuando nos conocimos en la cafetería del Potín, cuando estaba lleno de ilusiones por su entrada al Grupo del ICAIC.

Vivió poco, 41 años, casi la misma edad que John Lennon. Nicolás Guillén decía que los dioses mueren jóvenes. De cualquier manera, Emiliano pudo haber vivido más, pero esas son las leyes de la vida.


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