De Re a Re: el camino a la música


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Este disco es un primer acercamiento a la historia musical de esta familia: los Egües; ellos –lo mismo que los Valdés (los de Quivicán de un lado y los de Marianao/Pogolotti)– son una referencia obligada para entender determinados procesos creativos o la evolución de uno o más géneros dentro de la música cubana, y lo más importante: pertenecen a esa élite de instrumentistas que ha distinguido a la música cubana desde el pasado siglo hasta el presente; Richard –el padre– es tal vez el flautista cubano más importante e influyente de todos los tiempos, así como el compositor por excelencia de eso que el mundo conoce como Chachachá, mientras Rembert –el hijo– es un notable vibrafonista, pianista, compositor y orquestador que ha tejido su leyenda de modo paralelo a la paterna (cierto amigo comentaba que ellos son nuestra versión caribeña e insular de la familia Strauss); sin embargo, se hacía necesario que el hijo se acercara a su padre y lo reinterpretara desde sus dinámicas musicales y sociales y fuera más allá, enfrentando su propia duda cartesiana, indagando hasta dónde se puede ser contemporáneo o post moderno, o abrazar las corrientes de “lo urbano” desde lo que algunos llaman “la otredad creativa”; a esa tarea se dio Rembert Egües cuando asumió algunas composiciones de su padre que eran poco conocidas y las versionó o las reinventó, si el tema lo merecía y a tal fin convocó a otros músicos que entendieron y aplaudieron las propuestas del viejo Richard, como es el caso de Orlando Valle (Maraca) que supo desdoblarse para hacer fluir el sonido más cercano a esa flauta y ese flautista que todos siempre mencionan cuando se habla de lo cubano en ese instrumento; pero hubo más; Rembert estableció una dramaturgia musical e histórica lo que hace de este fonograma un variopinto desfile de formas de hacer la música cubana con apego a la tradición –esa que se (re)inventa cada día— pero muy universal y también transgrediendo cánones, provocando a las tendencias y sobre todo muy auténtica; y es que lo auténticamente cubano no necesita de ciertos ropajes preestablecidos para ser reconocido; y esta es una de las grandes virtudes de este disco: todo en música cabe si, y solo sí, se sabe hacer adecuadamente; a ese fin Rembert moviliza grandes masas instrumentales, genera equilibrios sonoros para llamar la atención sobre algo que ha perdido nuestra discografía y música en general: la importancia de la orquesta; es por ello que hay referencias al serialismo más ortodoxo o al dodecafonismos más contemporáneo fusionado con una balada jazzística o simplemente cuando se convierte un chachachá en sau, forma pura que es cantado por la Orquesta Aragón en un “reguetón sinfónico”; De Re a Re –así se nombra este fonograma— que es también una crónica musical de este país en la que interactúan y conviven varias generaciones de músicos o diversos formatos y estilos, pero siempre en función de hacer que marchen por rutas paralelas las músicas escritas y compuestas por Re y Re, y aunque en algún momento parece que se bifurcan –con toda la intención y las consecuencias que eso conlleva— se reencuentran por medios de guiños o simples pasajes instrumentales o una vaga referencia que se nos queda en el subconsciente; una observación final: Rebert Egües –como pocos hoy en Cuba— es todo un experto en descubrir voces o en hacer que las existentes y/o consagradas transgredan sus límites, ejemplos tiene este disco; a ese fin solo hace falta un ingrediente fundamental: forzar los límites; De Re a Re es un pulso musical al que habrán de recurrir una y otra vez melómanos y músicos; así lo afirmo.

 


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