Cine, historia y memoria: a propósito de un libro excepcional


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¡Es mentira que la memoria acaba con la muerte porque esa debe ser dolor tan grande que no puede caber en una vida!

José Martí

A finales del año 2018 se estrenó con sonoro éxito la película Inocencia, dirigida por Alejandro Gil y con guión de Amilcar Salatti. Los funestos sucesos del 27 de noviembre de 1871 fueron revisitados por una contundente obra que no dejó indiferente al público. El filme, capaz de provocar lágrimas y aplausos en cada una de sus proyecciones, volvió a demostrar la capacidad del arte para vivificar la conexión de un grupo humano con su historia. El símbolo que representan los estudiantes de Medicina fusilados por el régimen colonial español se actualizó vigorosamente a través de un hecho artístico que se erige como hito cultural de honda dimensión.

La repercusión del largometraje movilizó la creatividad de la Editorial UH y Ediciones ICAIC, sellos que se lanzaron a la tarea de conformar un volumen que enlazara el examen de los trágicos eventos acaecidos en La Habana a finales del llamado año terrible, con el legado que estos dejaron dentro del proceso de construcción simbólica de la nación. Historia, memoria y recreación artística resultaron los campos asumidos como terreno para la indagación.

De tal suerte, los lectores tienen ya la oportunidad de visitar las páginas de Con un himno en la garganta. El 27 de noviembre de 1871: investigación histórica, tradición universitaria e Inocencia, de Alejandro Gil, libro sin dudas valioso y al cual puede augurársele un feliz recorrido en el ámbito de su recepción. Estamos ante una obra colectiva, ambiciosa y profunda, que marca un punto relevante dentro de los acercamientos a un acontecimiento que, hasta el presente, ocupa sitial de privilegio en el panteón patrio.

Los soportes que dieron vida al texto, inaugurado con las palabras de la rectora de la Universidad de La Habana –la Doctora Miriam Nicado– y ese poema telúrico dedicado por José Martí a sus hermanos vilmente asesinados, quedan expuestos en el trabajo, "¡El cielo se abre, el mundo se dilata! El 27 de noviembre de 1871", de la autoría de José Antonio Baujín; coordinador –junto a Mercy Ruiz– del volumen. A la exposición de la estructura del libro, se suman reflexiones en torno a los vacíos que en la recepción colectiva subsisten en relación con el proceso judicial seguido contra los estudiantes, la conexión de este con el clima de rebeldía, laborantismo e insurrección que recorría a la Isla y el desempeño histórico de una figura como Fermín Valdés Domínguez, cuyos méritos patrióticos quedan circunscritos –en muchas oportunidades– a sus vínculos con el Apóstol. De manera especial, destaca la mirada que se dirige a la trayectoria editorial del célebre testimonio acusatorio que es El 27 de noviembre de 1871 y a los nexos entre tal devenir y los contextos por los que atravesó la mayor de las Antillas hasta 1909, fecha de la última edición supervisada por su autor.

La primera de la tres secciones que componen el libro –la relativa al examen historiográfico, la tradición estudiantil universitaria y a la carga ideológica de los monumentos consagrados a los jóvenes mártires– inicia con el trabajo "La historiografía en torno al 27 de Noviembre", de Luis Fidel Acosta Machado: quien logró recrear el contexto que dio vida a los sucesos, para desde allí avanzar hacia el certero análisis de los acercamientos que –desde los estudios históricos– ha merecido el trágico acontecimiento. Antonio Pirala, Justo Zaragoza, Ramiro Guerra y Rolando Rodríguez aparecen en un primer momento en tanto autores que, en obras de más largo alcance temático y cronológico, abordaron de forma tangencial el fusilamiento de los ocho estudiantes de Medicina, sin que ello resultara óbice para la presentación en sus aproximaciones de elementos de interés en el terreno documental y valorativo.

Mayor espacio dedica Acosta Machado a la producción de Fermín Valdés Domínguez y Luis Felipe Le Roy y Gálvez, los dos clásicos en el tratamiento del hecho en cuestión. Sobre la obra del primero, destaca su condición de testimonio de fuerte carga emotiva, donde el autor explicitó el acto de denuncia que constituían sus palabras. En tal sentido, se alerta de la necesidad de someter a crítica el relato de Valdés Domínguez, al tiempo que es exaltado el valor de este para brindar, como ningún otro abordaje conocido, la representación minuciosa del ambiente que rodeó al crimen.

Por su lado, la monografía de Le Roy –A cien años del 71. El fusilamiento de los estudiantes– constituye para Acosta Machado un modelo de investigación histórica, al combinar la rigurosidad del trabajo con las fuentes, la pulcritud expositiva y la solidez de los análisis; esto último tanto en la reconstrucción del hecho en sí, como en la definición de los soportes contextuales que le dieron vida. De manera puntual, el artículo subraya dos aristas muy interesantes de la indagación de Le Roy: su negativa a asumir como fidedigno el supuesto intento de rescate a los estudiantes protagonizado por miembros de un plante abakuá y la necesidad de entender que la inocencia de los jóvenes ejecutados, en relación con el desmentido agravio a la tumba de Gonzalo Castañón, no puede llevarnos a desconocer la inserción de estos dentro del clima de infidencia que desafiaba, desde La Habana, al colonialismo español.

De interés resulta, igualmente, el trabajo "Entre la sacralidad y la ideología: los monumentos conmemorativos dedicados a los ocho estudiantes de medicina", de Leonarso M. Fernández Otaño. Este artículo se sostiene en el examen de la estructura escultórica y arquitectónica de tres monumentos consagrados a los mártires de 1871. La tumba donde reposan sus restos en el Cementerio de Colón, el templete construido en la explanada de La Punta y el modesto memorial erigido en el sitio original de enterramiento, en el otrora Cementerio de San Antonio Chiquito, son las obras examinadas.

Para Fernández Otaño, en cada una de estas plasmaciones artísticas de homenaje corporizan dispositivos ideológicos modelados por grupos interesados en forjar un discurso determinado. Tal idea es sin dudas atractiva y vale anotar que existen estudios –nacionales y foráneos– que han avanzado sobre problemáticas análogas en relación con otros monumentos. Empero, en el caso de este acercamiento resulta un tanto endeble la conexión que el autor pretende establecer entre ideología, intereses políticos y resultado artístico. Al menos para este comentarista, es visible la debilidad de algunos de los argumentos desarrollados y la reiteración de lo que pudieran definirse como lugares comunes. No obstante, ha de indicarse que la propuesta del joven investigador emerge como un sugerente ejercicio de imaginación, relativamente contextualizado, que no dejará indiferente a los lectores.

Vuelve a elevarse el nivel del volumen gracias al oficio de la profesora Francisca López Civeira, quien –en el cierre del primer bloque del libro– propone a los lectores su trabajo "El 27 de noviembre en el imaginario universitario"; texto que permite entender el proceso de conformación del símbolo que representan los estudiantes de Medicina. Los procesos que intervinieron en la estructuración de la memoria colectiva en torno al infausto crimen son expuestos desde la profesionalidad de una historiadora de larga experiencia y amplia producción.

Sin desconocer los atractivos apuntes relativos al siglo XIX, son las consideraciones referidas a la pasada centuria las que más interés despiertan en este comentarista, pues a través de ellas puede rastrearse la inserción de la imagen simbólica de los mártires de 1871 dentro de las luchas del movimiento estudiantil universitario. La doctora López Civeira esclarece cómo los beligerantes muchachos de la Colina asumieron a sus hermanos caídos el 27 de noviembre cual compañeros de lucha por una Universidad y un país mejores. Asistimos a la conversión del símbolo en componente raigal de una tradición capaz de manifestarse como impulso para el combate.

El núcleo de la obra que proponen la Editorial UH y Ediciones ICAIC es la reproducción de dos materiales esenciales para acercarnos a la tragedia provocada por ira del Cuerpo de Voluntarios. De un lado se presenta –en su versión definitiva de 1909– el ya aludido trabajo de Fermín Valdés Domínguez, El 27 de noviembre de 1871, [1] y por otro la conferencia de Luis Felipe Le Roy y Gálvez, La inocencia de los estudiantes fusilados en 1871, la cual resulta una síntesis de su reconocida obra A cien años del 71. El fusilamiento de los estudiantes. [2] De tal suerte, el testimonio y la mirada historiográfica se enlazan de manera armónica en este apartado del libro.

La sección conclusiva de la obra inicia con el trabajo "Inocencia de Alejandro Gil. El cine, la memoria y las figuraciones históricas", de la profesora Astrid Santana. De manera precisa se definen en este ensayo las claves que sostienen el ejercicio evocativo que encarna en el filme que da pie al análisis. La mirada a los soportes constitutivos de las narraciones míticas de contenido histórico y trascendencia simbólica viabiliza el dialogo en torno a las potencialidades del arte como propuesta intelectiva capaz de barrer las brumas del olvido. El proceso de construcción del guion cinematográfico, el universo de referencias cruzadas que sostuvo a la puesta en pantalla y la deconstrucción interpretativa de momentos puntales del filme completan el acto de disección emprendido.

No hay para la profesora Santana respuestas fáciles a la hora de abordar los nexos entre lo histórico y su recreación artística. Precisamente, es la complejidad y la magia propia del acto creador lo que busca subrayar. Estamos aquí ante el esclarecimiento de los códigos que insertan a Inocencia dentro del permanente proceso de reapropiación simbólica que una colectividad emprende en relación con su pasado.

Cotas elevadas en el terreno de la calidad alcanza también el volumen con la inclusión del trabajo "Los abakuá en Inocencia y las provocaciones a la Historia, la memoria y la justicia", de la profesora Lázara Menéndez. Aquí la reconocida especialista insiste en la iconoclasta propuesta del filme acerca de la posible participación de cófrades ñáñigos en un intento de rescate a los estudiantes condenados. La tradición popular, transmitida y preservada a contracorriente del discurso historiográfico canónico, resulta expuesta desde su condición de cuestionamiento a la excluyente narración acuñada en torno al proceso de construcción nacional.

De forma especial, la autora enfatiza en la capacidad de la película para dar voz a los de abajo, a los sin historia, a partir de la valiente decisión de escapar a los estereotipos perceptibles en nuestra cinematografía. Ante el lector se recalca la apuesta subversiva de Inocencia, su coherente vocación por desterrar las exclusiones y los códigos del relato alternativo que impulsa. El texto convoca a buscar, en sintonía con la propuesta de los gestores del largometraje, esa historia otra cuya presencia en la sombra –en el olvido– aún nos lacera

Concluye esta abarcadora obra con el ensayo que, a partir de entrevistas concedidas por el director y el guionista de Inocencia, construyó el narrador Francisco López Sacha. "Sangre, sudor y lágrimas (negras): Un diálogo posible con el cine de Alejandro Gil y Amílcar Salatti" nos coloca en centro del taller creativo. Hay aquí algo de viaje, de tour, por el proceso de modelación de la obra artística. El autor invita a la interacción con los creadores, a sentir de cerca el ensamblaje de las ideas condensadas en la obra.

Asimismo, Sacha muestra sus quilates como analista del proceso de construcción narrativa. Desnuda para nosotros la armazón, la urdimbre de vigas que sostiene al edificio. Asimismo, sus glosas a las respuestas de Gil y Salatti dan al lector nuevos caminos a la hora de lanzarse a esa recomendable aventura que es volver a disfrutar de la película.

A modo de coda, resulta necesario insistir en los valores del libro como objeto. Quien se acerque al texto podrá deleitarse con el buen gusto que caracteriza a los sellos editoriales involucrados. Es esta una obra bella, profusamente ilustrada y con equilibro entre sus componentes. Da gusto ojear sus páginas y comprobar la capacidad de sus hacedores para complementar, desde lo visual, la contundencia alcanzada por el contenido.

Hecho está el convite. Toca ahora a los interesados desandar las páginas de este volumen notable. Hacerlo los acercará de manera atractiva al memorable largometraje que conmovió a todo un país y a ese suceso doloroso que ocupa –con la fuerza propia del martirologio– un lugar cimero en la historia patria.

Notas:

[1] Según declara el coordinador José Antonio Baujín, el texto de Valdés Domínguez fue sometido a una revisión que implicó la subsanación de erratas y la actualización de la ortografía. Asimismo, se le añadieron las notas elaboradas por Luis Felipe Le Roy y Gálvez para la edición presentada por la Universidad de La Habana en 1969.

[2] La inclusión de la obra cumbre de Le Roy y Gálvez resultaba imposible ante la extensión de dicho volumen.

(Tomado de Alma Mater, 26 de agosto de 2020)


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